DEPORTIVIDAD 100% ELÉCTRICA

La autonomía de un vehículo eléctrico depende de varios factores como: estilo de conducción, condiciones del trayecto, equipamiento del vehículo, condiciones climatológicas y carga útil.

Las velocidades medias elevadas (como en autopista) son lo que más reduce la autonomía, en tanto que una velocidad baja entre el tráfico urbano y el incremento de la recuperación aumentan la autonomía (a diferencia de lo que sucede con vehículos con motores de combustión interna). Además, la autonomía se reduce a bajas temperaturas gracias a la calefacción requerida y a la refrigeración necesaria de la batería de alto voltaje a altas temperaturas. En lo relativo al equipamiento opcional, la elección de combinaciones de neumáticos más grandes también suele reducir la autonomía (si la desventaja aerodinámica no se compensa con un diseño de llanta optimizado aerodinámicamente). La clase de resistencia a la rodadura de los neumáticos también es relevante para la autonomía, por ejemplo, se reduce mediante el uso de neumáticos de invierno en comparación con neumáticos de verano con etiqueta A.

En la selección del modelo, la autonomía comunicada se basa en el ciclo WLTP (procedimiento de ensayo de vehículos ligeros armonizado a nivel mundial).

WLTP permite calcular la autonomía teniendo en cuenta las condiciones de conducción previamente definidas. WLTP presupone un estilo de conducción defensivo con una combinación de calles urbanas, carreteras secundarias y autopistas.

El indicador de autonomía permite estimar la autonomía. Ya sea en el vehículo o a través de una aplicación, tendrás siempre la autonomía restante a la vista gracias al círculo de autonomía. En caso de que el destino quede fuera de la autonomía, eRoute añadirá automáticamente puntos de carga a la ruta. 

El ajuste "estilo de conducción deportivo" presupone que circulas exclusivamente por autopista, a una velocidad media de aproximadamente 130 km/h y con un estilo de adelantamiento dinámico. El ajuste "estilo de conducción económico" presupone una conducción defensiva en carreteras secundarias a una velocidad media de unos 80 km/h. Los ajustes intermedios dan como resultado una mezcla de ambos.